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  • La poliomielitis sigue existiendo: la vacunación es la única protección contra esta enfermedad

    La Dra. Silvia González Ayala, infectóloga pediatra, profesora titular de la Cátedra de Infectología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata explicó la importancia de la vacunación en la prevención de enfermedades como la Poliomielitis.

    La poliomielitis es una enfermedad muy contagiosa que afecta principalmente a los niños no vacunados. El virus se transmite de persona a persona por vía fecal-oral o a través del agua o los alimentos contaminados. Se multiplica en el intestino desde donde invade al sistema nervioso y puede causar parálisis, e incluso la muerte. La poliomielitis sigue existiendo, aunque el número de casos ha disminuido en más de un 99% desde el año 1988, cuando se calcula que había más de 350.000 casos por año. La vacunación es la mejor protección contra esta enfermedad.

    Los países del continente americano fueron los primeros en eliminar la poliomielitis producida por los virus salvajes. Para lograr la erradicación, es necesario que no haya más casos por poliovirus salvaje ni tampoco casos asociados o derivados de la vacuna Sabin oral, para lo cual se debe reemplazar el uso dicha vacuna, por la inactivada inyectable o vacuna Salk.

    Adoptar un esquema completo con vacunación antipoliomielítica inactivada es clave para eliminar la enfermedad que, si bien en nuestro país no se registran casos desde el año 1984, todavía es endémica en Afganistán y Pakistán.

    Argentina ha implementado el uso exclusivo de vacuna inactivada inyectable en el Calendario Nacional de Vacunación desde el 1° de junio 2020. Este nuevo esquema consta de 3 dosis a los 2, 4 y 6 meses de edad y un refuerzo al ingreso escolar (5-6 años). Este nuevo esquema de 4 dosis brinda la inmunogenicidad necesaria, es decir que las defensas serán suficientes para que los niños estén protegidos.

    Este cambio es un logro muy importante para asegurar la equidad en el acceso a la vacunación antipoliomielítica porque elimina el riesgo de parálisis post vacunal o por poliovirus derivados de la vacuna oral en todos los niños. Será realidad mantener la eliminación de la enfermedad y lograr su erradicación si se trabaja intensa y sostenidamente para lograr que más del 95% de los lactantes y niños se vacunen en nuestro país y en el mundo.

    Una enfermedad está erradicada cuando no se presentan más casos en el mundo y el agente causal deja de circular porque toda la población fue alcanzada por la vacunación. Hasta ahora la única enfermedad erradicada es la viruela (en 1979), y se está trabajando para que la poliomielitis sea la próxima. Este logro significará que ningún niño muera o sufra los terribles efectos de la parálisis permanente provocada por la poliomielitis.

  • Zoonosis, una amenaza siempre latente.

    A raíz de la actual pandemia por el Covid-19, se ha despertado mundialmente gran preocupación por las zoonosis, debido a la posible implicación de los murciélagos en el origen del virus en China.

    La Organización Mundial de la Salud define a las zoonosis como aquellas enfermedades e infecciones transmitidas de manera natural entre animales vertebrados y seres humanos. Representan un problema de salud pública debido a que afectan a una gran parte de la población tanto en zonas urbanas como rurales, produciendo un riesgo en la interfaz entre el ser humano y los animales a través de la exposición directa o indirecta a los animales, su entorno y los productos derivados de estos, como carne, leche, huevo. 

    En muchos casos, estas enfermedades pueden llevar a la muerte. Los sectores sociales más golpeados son aquellos que cuentan con peor alimentación, higiene y con un sistema sanitario débil. 

    La OMS colabora con entidades asociadas de distintos sectores para evaluar y reducir los riesgos de transmisión de zoonosis al ser humano a través del consumo de productos de origen animal, además de formular recomendaciones dirigidas a los Estados Miembros y a la población acerca del modo de reducir esos riesgos en la cadena alimentaria.

    Los primeros reportes que se realizaron en China, describieron la infección en personas que habían estado expuestas al nuevo coronavirus en el Mercado de Mariscos de Huanan. Esto llevó a que se considerara que el nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, posiblemente se haya originado en dicho mercado. Se cree que la transmisión a los humanos ocurrió en algún momento del proceso de transportación, sacrificio y comercialización de los animales infectados. Específicamente, se sospecha de los murciélagos debido a que estos animales pueden albergar una variedad de coronavirus, incluyendo aquellos conocidos patógenos como el SARS-CoV y el MERS-CoV, asociados con síndromes respiratorios en humanos.

    Un ejemplo de esto es el caso de la Hepatitis viral tipo E. La hepatitis viral es una enfermedad infecciosa que afecta al hígado. Se ha observado que la gravedad de las infecciones por el virus de la hepatitis E suele ser mayor que la de las producidas por el virus de la hepatitis A. Además, la hepatitis viral tipo E afecta principalmente a adultos jóvenes y tiene un alto índice de mortalidad en mujeres embarazadas.

    Actualmente existe una variedad de reportes de otras zoonosis que deben ser monitoreadas para evitar potenciales problemas de salud pública en gran escala como el que estamos viviendo actualmente. 

    Se ha reportado que este virus se transmite desde animales silvestres, animales de zoológicos y animales domésticos hacia los humanos; de hecho, se especula que las mascotas, como perros y gatos, pueden servir también como reservorios de ese virus, lo cual es un importante motivo de investigación. 

    Otro ejemplo es el caso de los patógenos del género Cryptosporidium spp. En este caso no se trata de ningún virus, sino de protozoarios parásitos. Un reporte reciente en España, describió un detallado análisis de los parásitos intestinales del zorro rojo (Vulpes vulpes) de Galicia. En dicho estudio, se identificaron cinco especies de Cryptosporidium, donde destacan: C. hominis y C. parvum, que son patógenos en humanos. La detección de dichos microorganismos sugiere la transmisión activa entre los animales silvestres y los de granja, lo que abre la posibilidad de transmisión al ser humano y la generación de casos de criptosporidiosis.

    La situación que vivimos actualmente por la enfermedad de COVID-19, nos indica que cada país debe ser responsable en identificar y monitorear las enfermedades infecciosas de origen zoonótico que tienen un alto potencial de transmisión entre la población y por todo el planeta.