Categoría: Vida Saludable

  • ¿De qué hablamos cuando hablamos de veganismo?

    Jacqueline Guzmán, vocera en Argentina de la ONG internacional Million Dollar Vegan indicó los beneficios de consumir alimentos de origen vegetal no solo para el ser humano, si no también para el medioambiente, además reducir el sufrimiento animal y en este contexto, erradicar el riesgo de nuevas pandemias.

    Es innegable que los animales tienen la capacidad de sufrir y de tener experiencias de vida positivas. Lo vemos a diario en los animales de compañía con los que vivimos. Sin embargo, cada año, 70 mil millones de animales terrestres y miles de millones de peces son asesinados para ser transformados en alimento. Desde un punto de vista ético, el veganismo aboga por su defensa y protección, además de su inclusión en una agenda política y cultural que los considere como sujetos de derecho.

    Sabemos que los animales son amontonados en ambientes oscuros y sucios. Pasan sus vidas encerrados, hacinados entre sí y con sus propios desechos. Son separados de sus crías, soportan ciclos mecánicos de inseminación, tortura y reproducción, muchas veces sin anestesia. Estos espacios son propicios para el surgimiento de enfermedades zoonóticas como el coronavirus, en donde la inmunidad debilitada por el estrés que sufren los animales al vivir en estas condiciones lleva a que los virus muten y pasen a los humanos.

    Cada paso de la producción de carne, leche y huevos es responsable del 14,5 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el humano. Los investigadores ambientales afirman que la mejor manera de minimizar nuestro impacto climático es la eliminación del consumo de productos de origen animal, junto con la reducción de nuestro uso de combustibles fósiles, como carbón y petróleo.

    Además, esta industria depende de otras industrias perjudiciales para las comunidades: monocultivos tóxicos de soja y maíz que avanzan sobre bosques y poblaciones originarias, incendiando y deforestando todo a su paso. En Latinoamérica, la industria ganadera destruye 2,71 millones de hectáreas de bosque tropical cada año.

    A diferencia de lo que se cree, el consumo de alimentos de origen animal está asociado a las principales causas de muerte por enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, algunos tipos de cáncer y diabetes tipo 2, por lo cual una alimentación que incluya productos de origen vegetal garantiza un estilo de vida más sano. Existe suficiente alimento para criar a tantos animales, y aún así, el derecho al acceso a alimentos saludables y económicos no está garantizado a toda la población humana.

    Aprovechemos este día para repensar nuestros hábitos de consumo, cuestionar la explotación y el sufrimiento animal con el objetivo de adaptarnos a una forma de vida más amigable con otros seres con los que compartimos el planeta. Una forma de vida que considere el impacto medioambiental de la producción ganadera a nivel global en las comunidades y su rol protagónico en el cambio climático, que tenga en cuenta el riesgo de exponernos a nuevas pandemias, que reflexione sobre la salud de la humanidad y sobre la desigualdad en la distribución de los alimentos.

  • El ACV: cada minuto cuenta

    El Accidente Cerebrovascular (ACV), una patología que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) representa la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad entre los adultos a nivel global.

    El Dr. Maximo Zimerman, neurólogo y director médico de Centro CITES-INECO señaló “el accidente cerebrovascular (ACV) es una enfermedad catastrófica, en gran medida podemos evitar su aparición previniendo y controlando los factores de riesgo vasculares. Podemos mejorar los síntomas y disminuir su mortalidad si actuamos de manera rápida, oportuna y eficientemente. El ACV se recupera mediante un programa interdisciplinario, coordinado y estructurado de neurorrehabilitación”.

    El ACV se produce por una disminución brusca de flujo sanguíneo al cerebro. Esto se puede originar por una obstrucción de una de las arterias que llevan sangre al cerebro y ahí hablamos de ACV isquémico, o por una ruptura de un vaso con extravasación de sangre y ahí hablamos de ACV hemorrágico. El 80% de los ACV son isquémicos.

    El ACV es una emergencia y por lo tanto cada minuto que se pierde compromete el éxito del tratamiento. Este tratamiento únicamente puede implementarse en las primeras horas de ocurrido el ACV, mediante una medicación que permite disolver el trombo y/o mediante cateterismo.

    Actualmente y en el contexto de pandemia, existe “temor de contagio de Covid 19 ocasionando una significativa demora y disminución de las consultas de los pacientes en las guardias de los hospitales. Los pacientes consultan en la actualidad con cuadros evolucionados y con imposibilidad de brindarles un tratamiento oportuno” resalta el doctor.

    La World Stroke Organization demostró con una encuesta realizada en abril que estamos ante un fenómeno global y preocupante. Ya que se observo una disminución de aproximadamente un 40% de consultas de pacientes cursando un ACV agudo con respecto a igual periodo del año pasado.

    Sin dudas, la detección a tiempo y una pronta atención médica siguen siendo claves fundamentales para reducir de manera significativas secuelas neurológicas y la mortalidad por ACV.

    Existen tres signos principales del ACV que se observan a simple vista en el cuerpo; se debe prestar especial atención al habla, los brazos y en la sonrisa. Si la persona se expresa con dificultad o le cuesta articular su discurso, levanta ambos brazos hacia adelante y uno de ellos cae o sonríe de forma asimétrica, es fundamental llamar inmediatamente a una ambulancia.

    El ataque cerebrovascular se puede prevenir ya que el 80% de ellos están vinculados a factores de riesgo que pueden evitarse a través de conductas saludables. Entre ellos se destacan:

    • Presión arterial elevada

    • Diabetes

    • Sedentarismo

    • Obesidad

    • Arritmia cardiaca: Fibrilación auricular

    • Tabaquismo

    • Colesterol elevado

    • Dieta poco saludable

    • Uso de alcohol y drogas de abuso

    Una gran cantidad de pacientes consultan por las secuelas de un ACV que sufrieron hace años, con la convicción de que es demasiado tarde para observar una mejoría. Muchos refieren haber realizado rehabilitación pero que “hace años” no hacen nada, y temen haber llegado a una “meseta”. Sin embargo, un paciente con secuelas puede mejorar con un programa interdisciplinario y especialmente diseñado de neurorrehabilitación.

    La ciencia detrás de la neurorrehabilitación es la neuroplasticidad, y describe la facultad del sistema nervioso de cambiar su estructura y funcionamiento como reacción a las diversas situaciones y entrenamiento. Este potencial adaptativo permite al cerebro reponerse de lesiones adquiridas, como el caso del ACV, disminuyendo la discapacidad y las secuelas.

    Asimismo, es importante tener en cuenta que también los pacientes con secuelas subagudas y crónicas luego del ACV se vieron perjudicados por la pandemia. Estos pacientes se vieron comprometidos por la interrupción abrupta de los programas estructurados de rehabilitación neurológica. La tele-consulta y tele-rehabilitación instaurada por un equipo interdisciplinario es un elemento de utilidad que permitió en gran cantidad de nuestro pacientes continuar en contacto con el equipo tratante desde sus casas.

  • Más evidencia de los beneficios del omega-3 para el corazón

    Un estudio realizado en España por investigadores del Hospital e Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP) y del Instituto de Investigaciones Médicas Hospital del Mar (IMIM) ha demostrado que el consumo regular de alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, tanto de origen animal como vegetal, fortalece las membranas del corazón y ayuda a mejorar el pronóstico tras un infarto de miocardio.

    Para la investigación se utilizaron datos de 950 pacientes. Los niveles de omega-3 en la sangre de estas personas se determinaron al momento de ingresar al hospital para recibir atención por el ataque cardíaco. El parámetro estudiado indica, con mucha precisión, cuántas de estas grasas habían ingerido los pacientes en las semanas previas a la toma de muestras, es decir, antes del infarto.

    Los pacientes fueron monitoreados durante tres años después de ser dados de alta y los investigadores observaron que tener altos niveles de omega-3 en la sangre en el momento del infarto, que se habían consumido en las semanas previas al evento, se asoció con un menor riesgo de complicaciones.

    Los beneficios de los ácidos grasos omega-3

    El ácido eicosapentaenoico (EPA) es un tipo de ácido graso omega-3 que se encuentra en el pescado azul. Cuando comemos pescado azul con regularidad, el EPA se incorpora a los fosfolípidos de las membranas de los cardiomiocitos, protegiéndolos de una amplia variedad de factores estresantes cardíacos. Este enriquecimiento de las membranas miocárdicas limita el daño causado en caso de infarto.

    La principal novedad de este estudio es que también se centró en otro ácido graso omega-3, de origen vegetal, conocido como ácido alfa-linolénico (ALA). Esta grasa, que se encuentra en las nueces, así como en la soja y sus derivados, está mucho menos estudiada que los omega-3 marinos. Los investigadores observaron que EPA y ALA no compiten, sino que son complementarios entre sí. Si bien los niveles altos de EPA están asociados con un menor riesgo de reingreso hospitalario por causas cardiovasculares, los niveles más altos de ALA están asociados con un riesgo reducido de muerte.

    Antoni Bayés, director clínico de Cardiología de Germans Trias, concluyó: “La incorporación de omega-3 marinos y vegetales en la dieta de los pacientes con riesgo de enfermedad cardiovascular es una estrategia integradora para mejorar tanto su calidad de vida como su pronóstico si sufren un infarto” .

    Omega-3: dónde encontrarlo

    “Los ácidos grasos omega-3 hacen un aporte indispensable a nuestra salud, ayudando a combatir enfermedades cardiovasculares como fibrilación auricular, aterosclerosis, trombosis, inflamación y muerte cardíaca súbita, entre otras, así como diabetes, cáncer, depresión, deterioro cognitivo relacionado con la edad y diversas enfermedades mentales. Además, desempeñan un papel importante en la alteración de los perfiles de lípidos en sangre y la composición de lípidos de la membrana. También regulan las concentraciones de triglicéridos, lo que permite balancear los niveles de colesterol en el organismo”, explica la médica especialista en nutrición Virginia Busnelli, directora médica de CRENYF y directora académica de CEAR.

    Los ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs) omega-3 incluyen ALA, ácido estearidónico (SDA), EPA, ácido docosapentaenoico (DPA) y ácido docosahexaenoico (DHA), precisa la especialista y subraya que “en ningún caso el cuerpo es capaz de producirlos, por lo que una correcta dieta alimenticia o la incorporación de suplementos dietarios a nuestra rutina se vuelven esenciales para adquirirlos”.

    El omega-3 puede provenir de origen animal (EPA y DHA) o de origen vegetal (ALA). “En el primer caso, los mayores aportes se hallan en el hígado de pescados blancos magros como el bacalao y el fletán, el cuerpo de pescados grasos como la caballa, lacha y el salmón, y la grasa de mamíferos marinos como focas y ballenas. Por su parte, el segundo grupo se suele encontrar en semillas, frutos secos y algunos aceites vegetales como la chía, el lino, nueces, canola, echium, azafrán, girasol, maíz y soja”, destacó Busnelli.

  • Como convertir la menopausia en la mejor etapa de la vida de una mujer

    Una mujer puede reconocer que se encuentra en menopausia cuando hace 12 meses que tiene ausencia de menstruaciones. Puede ser de causa natural, después de los 45 años, o provocado por alguna enfermedad, cirugía o tratamiento que, como efecto secundario, causa el fin del desempeño ovárico induciendo una menopausia precoz (debajo de los 40); ergo la perdida de la capacidad reproductiva. Un 6% de las mujeres atraviesan esta etapa antes de tiempo dejando de ser fértiles en una edad temprana.

    El climaterio comprende la premenopausia y menopausia, su duración puede ser de 5 a 15 años, por eso algunas mujeres pueden tener síntomas durante ese periodo y comienzan a ver cambios clínicos, biológicos y endocrinológicos. Algunos síntomas que pueden aparecer: “oleadas insoportables de calor”, sudores nocturnos, alteraciones para dormir, disminución del deseo sexual, cansancio extremo, irritabilidad, lagunas mentales, ansiedad o depresión, dolor de cabeza y en articulaciones, sequedad vaginal, piel seca, aumento de peso y metabolismo lento, entre otras.

    En relación a este último punto, varios estudios han demostrado que existe una fuerte asociación entre la menopausia, la grasa corporal y principalmente el aumento de la grasa intraabdominal ya que hay una disregulación en la energía, por disminución del gasto, de su actividad física. Además, los cambios emocionales pueden modificar el patrón alimentario, favoreciendo el picoteo, la necesidad por lo dulce a la noche, incorporando hábitos nuevos como alcohol o cualquier otro.

    La menopausia también está asociada con cambios en la composición corporal y en la distribución de la grasa que deriva en un aumento de la grasa intraabdominal. Se ha observado que, un promedio de 0.9 Kg total de ganancia anual de peso corporal se asoció con un aumento de 1.4 Kg de compartimiento graso y reducción de 0.5 Kg de compartimiento magro. Durante esta etapa se observa aumento de la masa grasa corporal y de la circunferencia de cintura. El aumento de la grasa abdominal se asocia con aumento del colesterol, presión arterial alta, resistencia a la insulina, diabetes entre muchas otras.

    Por lo tanto, para esta etapa hay que prepararse, ocuparse y poner en marcha la principal intervención, la estrategia preventiva: detección y control de los factores de riesgo; motivación de una vida activa y de hábitos de alimentación saludables que puedan sostener en el tiempo, legalizando el placer de comer y sin grandes prohibiciones, pero aprendiendo a elegir.

    La Dra. Virginia Busnelli, endocrinóloga, médica especialista en nutrición y directora del Centro de Endocrinología y Nutrición Crenyf nos da una serie de consejos sobre cómo cuidarnos en esta etapa:

    * Consulta médica: conocer los cambios que trae la menopausia y aprender a cuidarnos.

    * Ejercicio físico: realizar regularmente caminatas, elongación y flexibilidad.

    * Hidratación: beber aproximadamente 2,5 litros diarios de agua.

    * Disminuir el consumo de sal y grasas no recomendadas como embutidos y frituras.

    * Favorecer el consumo de frutas, verduras y hortalizas.

    * Aumentar el consumo de alimentos ricos en calcio y Vitamina D, en vitaminas del grupo B y los alimentos ricos en Omega 3.

    * Racionalizar el consumo de carnes. Escoger cortes magros de carnes y seleccionar preferiblemente el consumo de pescados azules o también denominados grasos

    * Priorizar 10 alimentos más ricos en antioxidantes: palta, brócoli, zanahoria, cítricos, uvas, espinacas, repollos y coles, arándanos, moras y fresas, cebollas especialmente moradas y tomate.

    Los cambios que inevitablemente provocará en la vida en la mujer pueden convertirse en una nueva forma de vivir. Cuidarnos sin dejar de disfrutar es posible. Aprendamos a hacerlo para ser feliz y saludable en todas las etapas de la vida.

  • La osteoporosis también afecta a los hombres

    La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por baja masa ósea, deterioro de la microarquitectura del hueso, incremento de la fragilidad y, por lo tanto, por el aumento del riesgo de fracturas.

    A partir de los 50 años, comienza un descenso de la masa ósea, más pronunciado en las mujeres que en los hombres, producto de la menopausia en la que comienzan las alteraciones hormonales, es decir, la pérdida de estrógenos.

    Sin embargo, son los hombres quienes experimentan aproximadamente la mitad de las fracturas por osteoporosis que presentan las mujeres. Por este motivo, cuando un hombre se rompe la cadera, tiene más probabilidades de quedar incapacitado de manera permanente y el doble de posibilidades de morir durante el año siguiente que una mujer con un padecimiento similar.

    Esto se debe a que los hombres revisan menos su salud ósea que las mujeres para conocer cuál es su riesgo de sufrir una fractura por osteoporosis. Esto ocurre porque, a menudo, los médicos tampoco son conscientes de los muchos factores que los ponen en riesgo de padecerla, incluyendo trastornos como la celiaquía y otras patologías inflamatorias intestinales, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y los tratamientos para otros problemas de salud como depresión, cáncer de próstata y enfermedades que requieran la administración o el uso de corticoides.

    Por eso es falso pensar que la osteoporosis es una patología exclusivamente femenina, pero como muchos hombres y sus respectivos médicos creen eso, es menos probable que se los evalúe y reciban el tratamiento adecuado tras una fractura por un traumatismo menor.

    El hecho de que los hombres se salvan de la pérdida ósea rápida que experimentan las mujeres en la menopausia, no significa que no sufran esa pérdida con el paso del tiempo.

    Con la edad, los hombres pierden densidad mineral en los huesos a una velocidad de aproximadamente 1%, y uno de cada 5 hombres de más de 50 años sufrirá una fractura osteoporótica a lo largo de su vida. En la Argentina, hay un promedio anual de 34 mil fracturas de cadera por año en personas mayores 50 años, es decir, 90 por día, con una relación aproximada de 3 mujeres por cada hombre. Valores que se duplicarán hacia 2050.

    Algunos factores comunes de riesgo para la fractura por osteoporosis en hombres y en mujeres son la edad (más de 60 años en mujeres y más de 70 en hombres); delgadez o estar bajo de peso; tabaquismo; ingerir más de tres bebidas alcohólicas por día, antecedentes paternos o maternos de osteoporosis; el uso de protectores gástricos del tipo de los inhibidores de la bomba de protones (pantoprazol, omeprazol), y haber tenido una fractura previa o caída reciente.

    Las afecciones médicas que incrementan el riesgo incluyen artritis reumatoide, trastornos de la movilidad como la enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple e infarto.

    Algunos factores del estilo de vida que pueden ayudar a mantener a raya la osteoporosis incluyen ejercicios de resistencia y levantamiento de peso moderado, así como un consumo adecuado de calcio (1200 miligramos al día para hombres de más de 70 años) y vitamina D (entre 800 y 1000 unidades al día), y no fumar. La fuerza muscular ayuda a proteger a los huesos de lesiones y reduce el riesgo de una caída que pudiera romperlos.

  • Avanza el proyecto de ley sobre el rotulado frontal de los alimentos

    La iniciativa sobre el etiquetado de envases para consumo humano que fija las pautas para una alimentación saludable apunta a que la población se informe de manera rápida y fácil acerca de las propiedades nocivas que poseen algunos de los alimentos que consumen.

    “Los nutrientes advertidos serán sodio, grasas saturadas y azúcares; la base de cálculo se realizará sobre 100 gramos y se incluirá una leyenda sobre edulcorantes”, señaló Paula Español, secretaria de Comercio Interior.

    Argentina eligió el sistema de advertencias, entre los tres sistemas de etiquetado existentes. El mismo  consiste en imágenes gráficas en el frente del paquete, indicando si el producto presenta niveles superiores a los recomendados de sodio, grasas y azúcares. En cuanto al formato, aún resta llegar a un consenso. Las opciones que se estarían contemplando son los sellos negros (utilizado actualmente por Chile y Uruguay) o una lupa (modelo aprobado recientemente en Brasil).

    Según datos de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS2) realizada en Argentina, siete de cada diez adultos y cuatro de cada diez niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años tienen sobrepeso.

    Para la secretaria de Comercio Interior, este proyecto significa “ampliar y defender los derechos a la salud y la información” porque “es una política muy efectiva para avanzar sobre la epidemia de sobrepeso y obesidad que aqueja al mundo entero”.

    Destacó además, “que el 70% de la población mayor de 13 años no lee la información nutricional de los envases” y consideró que “es responsabilidad del Estado garantizar el acceso a información clara, simple y precisa e incentivar a las y los consumidores a elegir alimentos de mejor calidad nutricional”.

    Una encuesta publicada por la FAO sobre la experiencia realizada en Chile, señaló que los sellos del etiquetado influyeron en el 91,6% de los consumidores, ya sea para “elegir alimentos con menos sellos (67,8%), no comprar alimentos con sellos (9,7%), o comprar menos de lo que hubiera comprado si el producto no hubiese tenido sellos (14,1%)”.

    Qué propone la ley

    El proyecto de ley que será considerado la semana que viene en el Senado, establece la colocación de una serie de sellos frontales en los envases de alimentos con alto contenido de sodio, azúcares, grasas saturadas, grasas totales y calorías.

    Además, en el caso de productos que contengan edulcorantes, debe presentar una leyenda precautoria, inmediatamente por debajo de los sellos de advertencia, que informe: “Contiene edulcorantes, No recomendable en niños/as”.

    También se incluiría el contenido de cafeína y una advertencia sobre el consumo por parte de los niños.

    Los valores máximos de azúcares, grasas saturadas, grasas totales y sodio establecidos deben cumplir con los límites establecidos por la Organización Panamericana de la Salud.

    Por otra parte, se exceptúa de la colocación de sellos en la cara principal al azúcar común, aceites vegetales y frutos secos.

    Se obligaría además a las empresas a declarar el contenido cuantitativo de azúcares, entendiéndose como hidratos de carbono simples, en el rotulado nutricional de los alimentos envasados para consumo humano.

    El proyecto de ley prohíbe también, que los alimentos y las bebidas analcohólicas que contengan algún sello de advertencia incorporen información nutricional complementaria; logos o frases con el aval de sociedades científicas o asociaciones civiles; y personajes infantiles, animaciones, celebridades, deportistas, entre otros.

  • El ayuno intermitente podría no tener beneficios en la reducción de peso

    La prevalencia del sobrepeso y la obesidad ha aumentado dramáticamente en la población y se asocia con mayor riesgo de enfermedades crónicas. El cumplimiento a largo plazo de cambios en el estilo de vida que ayuden a mantener los rangos de peso dentro de la normalidad es difícil. Entonces es importante encontrar nuevas formas de estilo de vida que sean eficaces para reducir el peso, y a la vez, sean accesibles y sencillas para mejorar la adhesión.

    El ayuno intermitente ha ganado adeptos como una opción simple. Este refiere a ventanas de ingestas separadas por períodos definidos de ayuno de 12 y hasta 48 horas, o más. La alimentación restringida en el tiempo (ART) es un protocolo específico de ayuno intermitente que implica periodos de ayuno y de alimentación dentro de un ciclo de 24 horas.

    En un ensayo clínico dirigido por investigadores de la Universidad de California de San Francisco se buscó determinar el efecto de la ART de 16:8 horas en la pérdida de peso y los marcadores de riesgo metabólico en pacientes con sobrepeso y obesidad.

    Para esto, de 116 participantes con IMC superior a 27, 57 fueron asignados al azar durante 12 semanas a un grupo con 3 comidas estructuradas por día, y 59 a un grupo con ART para comer libremente desde las 12:00 PM hasta las 8:00 PM y abstenerse completamente desde las 8:00 PM hasta las 12:00 PM del día siguiente.

    Al cabo de 12 semanas, aquellas personas asignadas al grupo ART presentaron una disminución de peso de 0,94 kg en promedio, mientras aquellas con un horario constante de comidas perdieron en promedio 0,68 kg de peso, sin presentar diferencias significativas entre ambos grupos. 

    Concluyendo que una alimentación restringida en el tiempo, en ausencia de otras intervenciones, no es más eficaz en la pérdida de peso que comer a lo largo del día.

  • Lanzan un programa educativo para promover una alimentación saludable

    Con el objetivo de mejorar y preservar la situación alimentaria y nutricional de la población y garantizar el acceso a información actualizada y científica sobre alimentación saludable, el Ministerio de Desarrollo Social lanza el programa Nacional de Educación Alimentaria “Alimentar saberes”.

    El programa buscar acercar a la población información confiable y garantizar el derecho a elegir alimentos saludables, inocuos, nutritivos, variados, diversos, culturalmente aceptados y mínimamente procesados; optimizando el aprovechamiento de los recursos destinados a la alimentación familiar y comunitaria.

    “Frente a la emergencia provocada por la pandemia de COVID-19, logramos una cobertura importante: hay once millones de personas que reciben asistencia alimentaria. Sabemos que hay un serio problema de calidad nutricional, y por eso vamos a fortalecer la educación alimentaria con este programa, para promover una alimentación segura y saludable”, informó Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo Social de la Nación.

    Además de promover un estilo de vida saludable y el mejoramiento de las condiciones alimentarias y nutricionales, este programa apunta a revalorizar la cultura alimentaria de las comunidades.

    Entre otras cosas, esta campaña hace hincapié en la utilización de alimentos frescos, evitar el exceso de sal, azúcares y grasas así como en la importancia del consumo de agua segura. 

    Según el programa alimentario, para una alimentación sana, segura y saludable “hay que comer todo tipo de alimentos que nos aporten los nutrientes y energía necesarios. Las frutas y verduras son importantísimas. Tratá de comer las que sean de estación, son más baratas y de mejor calidad. Por ejemplo, en primavera: ananá, frutilla, banana, manzana, duraznos, peras, alcauciles, radicheta, repollo, zapallito, espinaca, tomate, puerro. Incorporarlas al desayuno y la merienda en jugos y licuados con agua o leche, siempre es una buena alternativa”. “También es importante sumar alimentos frescos como carnes, leche, yogur y quesos. Los huevos siempre son una buena opción. Tienen proteínas de buena calidad, vitaminas, minerales y grasas. Son nutritivos y accesibles. Y los podés comer en cualquiera de las comidas del día. A todo esto, podés sumar legumbres, cereales, papas, pan y pastas”.

    Por último, los especialistas del programa aconsejan, “siempre tener en cuenta que tener una huerta propia o comprar productos que vengan de la agricultura familiar y la economía popular es una garantía para acceder a alimentos frescos y saludables a precios accesibles”.

  • Una mayor ingesta de hidratos de carbono reduciría el daño muscular en corredores de maratón de montaña

    Es conocida la elevada demanda fisiológica y metabólica que presentan los deportes como lo son las maratones, principalmente de montañas, debido a factores propios de esta actividad -intensidad moderada-alta, duración, consumo energético, demandas físicas, etc.- y con el entorno en que se practican -altitud e hipoxia o déficit de oxígeno, terreno irregular, condiciones meteorológicas adversas, etc.-.

    En un estudio publicado en la revista ‘Nutrients’, un amplio equipo de investigadores ha comprobado que una ingesta de carbohidratos mayor a la recomendada reduce el daño muscular y proporciona otros efectos beneficiosos.

    El equipo de investigadores ha analizando los efectos de ingestas superiores a las recomendadas (120 gramos de hidratos de carbono cada hora frente a los 60-90 gramos recomendados en esfuerzos superiores a las 2,5 horas) y evaluando su efecto sobre el daño muscular y en la respuesta metabólica tras una maratón de montaña.

    “En este tipo de deportes está bien documentado el daño muscular y algunos estudios han analizado el efecto de la ingesta de distintos nutrientes. No obstante, éstos han utilizado una ingesta conjunta de hidratos de carbono y proteína, pero la cantidad de los primeros es muy inferior a las recomendaciones”, comenta Juan Mielgo Ayuso, investigador de la UVa (España) y coautor de este trabajo.

    Los investigadores observaron a 20 corredores de élite masculinos de maratón de montaña con diferentes ingestas de carbohidratos (60, 90 y 120). Además, midieron variables del rendimiento y bioquímicas relacionadas con el daño muscular y la carga metabólica pre y post maratón, para evaluar el efecto de las distintas cantidades de hidratos en los parámetros analizados.

    Los resultados del trabajo señalarían una relación entre los corredores que realizaron una ingesta superior (120 gramos de hidratos de carbono cada hora) con una menor incidencia de daño muscular y carga metabólica, así como de carga interna del ejercicio. 

    “Una importante conclusión que obtuvimos es la tolerancia y la posibilidad de ingerir cantidades superiores a los 90 gramos de carbohidratos cada hora, consideradas hasta el momento como límite en la literatura científica”, señala además el investigador. 

  • La alteración del reloj biológico en forma permanente predispone al cáncer

    El reloj biológico interno que poseemos es el que dirige los procesos fisiológicos y las conductas que el organismo lleva a cabo de manera periódica y en un tiempo puntual, por ejemplo con la coordinación de las órdenes para que durante la noche, se eleven los niveles de melatonina, la hormona que controla el ciclo diurno/nocturno y se produzca el descanso necesario. Los latidos del corazón, la presión arterial, la respiración y la actividad reproductiva entran en esta categoría.

    Este cronómetro interno regula las funciones críticas además de los patrones de sueño, como el comportamiento, los niveles hormonales, la temperatura corporal y el metabolismo, por lo que cualquier alteración puede derivar en algún tipo de trastorno, e incluso en contraer ciertas enfermedades.

    Así lo demostró un reciente estudio científico realizado por investigadores del laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes.

    “Siempre nos interesó como se sincroniza nuestro reloj biológico. Y tal como la conocemos, la principal sincronización es la luz solar. Quienes realizamos la investigación científica, nos preguntamos qué pasa en nuestro organismo cuando los animales y humanos nos encontramos con desincronizadores cambiantes, no predecibles y perdurables en el tiempo. Para hallar una respuesta, planteamos un experimento con ratones de laboratorio a los que sometimos con cambios en el ciclo circadiano de 6 horas cada 2 días. Es como si volaran 6 horas al este cada 2 días. Se trata de un modelo experimental que llamamos jet lag crónico”, explica el doctor en Biología, Diego Golombek, uno de los autores del estudio científico.

    El investigador superior del Conicet y divulgador científico agregó que tras el experimento, hallaron que los ratones obtuvieron un metabolismo alterado, cambiante, en donde su sistema inmunitario se debilitó, engordaron más comiendo lo mismo y tuvieron alteraciones significativas en algunas tareas cognitiva evaluadas.

    “En la segunda etapa, implantamos células de melanoma y observamos que el tumor crecía 3 veces más rápido con su ritmo circadiano alterado debido al debilitamiento de su sistema inmune. Esta investigación arroja nuevas evidencias sobre los efectos que podría generar en los humanos estar desincronizados por mucho tiempo. Un ejemplo de esto son algunos trabajos en turnos rotativos que pueden alterar nuestro ritmo circadiano y generar una mayor propensión a trastornos metabólicos y nuestro sistema inmune, con el riesgo de poder desarrollar tumores de persistir la alteración por un tiempo prolongado”, agregó el científico.