Categoría: Vida Saludable

  • El huevo es un alimento completo, un gran aliado en la alimentación saludable

    El huevo es un alimento sumamente nutritivo que debería formar parte de la dieta habitual de todas las personas, razón por la cual tiene su propia fecha: el segundo viernes de octubre se celebra el Día Mundial del Huevo, que se estableció en el año 1996 por la Comisión Internacional del Huevo, durante una conferencia en Viena.

    Este año el festejo vino de la mano de la petición de gallinas libres ponedoras. De hecho, el 2 de octubre la Comisión Europea recibió la petición de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA) con el objetivo de poner fin a las jaulas para los animales de granjas tras recoger 1,4 millones de firmas.

    La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) señala que el término bienestar animal designa el modo en que un animal afronta las condiciones de su entorno. Un animal está en buenas condiciones de bienestar si (según indican pruebas científicas) está sano, cómodo, bien alimentado, seguro, puede expresar formas innatas de comportamiento y si no padece sensaciones desagradables de dolor, miedo o desasosiego.

    Existe una serie de beneficios por consumir huevos de gallinas libres, y asi lo explica el veterinario del proyecto Gallina Feliz Argentina, Eduardo Godano. Los huevos de gallinas libres de jaula adquieren características organolépticas particulares: “El sabor y el color de la yema por la alimentación de las aves, la consistencia de la albúmina, la rusticidad, dureza y calidad de la cáscara que otorgan menor rotura”.

    Los huevos libres de jaula son aquellos provenientes de los llamados “equipos enriquecidos”. Estos se caracterizan por ser lugares cerrados y controlados, donde los animales disponen de una mayor espacio y que incluyen elementos como arena, nidos, comederos y bebederos que brindan a las gallinas un entorno más amigable.

    “Cuando una gallina es libre de jaula, la pollita aprende a desenvolverse libremente. A medida que va creciendo y desarrollándose para ser una futura gallina ponedora, tiene la posibilidad de volar e incorporar el agua y alimento que necesita. Cuando la gallina alcanza la edad de postura, se desenvuelve productivamente en un espacio donde puede moverse con libertad, elegir en qué comedero alimentarse, en qué bebedero tomar agua y, eventualmente, en qué nido poner huevo. La postura ocurre generalmente en horas de la mañana y, durante el resto del día, el ave puede expresar las demás conductas naturales que estos sistemas le permiten como: volar, rascar, subirse a una vara y darse baños de arena”, explicó Godano.

    De este modo, cuando la gallina percibe que el día se termina, busca un comedero y consume todo el alimento que necesita para tenerlo disponible durante la noche, que es donde se produce la mayor parte de la formación del huevo. Luego elige una vara donde dormir, que generalmente, de acuerdo al especialista prefieren las de más arriba. Esta es otra conducta natural, pues mientras más pueda subir, más segura está.

    El bienestar animal está íntimamente vinculado con la sanidad animal, la salud y el bienestar de las personas. Por ese motivo, actualmente se están realizando diversos estudios para poder cuantificar los beneficios que estos sistemas de producción generan sobre la calidad del huevo y su valor nutricional”, concluyó el veterinario.

    En este sentido, el veterinario explicó que para llevar a cabo todos los procesos de gallinas, aplican los criterios de Humane Farm Animal Care, una organización sin fines de lucro cuya misión es mejorar la vida de los animales de granja proporcionando pautas viables, creíbles y debidamente monitoreadas para la producción de alimento humano, y garantizar a los consumidores que los productos certificados cumplen con las mismas.

  • Malnutrición y obesidad

    La malnutrición se percibe a menudo como una enfermedad que afecta principalmente a las personas que tienen un peso inferior al normal, mientras que se da por hecho que no es uno de los problemas de salud que afectan a la gente obesa que está sobrealimentada.

    Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la malnutrición afecta más de cuatro veces más a los sujetos con sobrepeso u obesidad que a los tienen un peso por debajo del considerado normal.

    Un estudio reciente, dedicado a examinar la incidencia de la enfermedad coronaria aguda, se ha determinado no solo que la malnutrición es un importante factor de riesgo para desarrollar dicha enfermedad, sino que además alrededor de la mitad de los sujetos de estudio a los que se encontró malnutridos tenían sobrepeso u obesidad.

    Los doctores Andrew M. Freeman, de la División de Cardiología de NJH (National Jewish Health) en la ciudad estadounidense de Denver, y Monica Aggarwal, de la Universidad de Florida en la ciudad estadounidense de Gainesville, alertan de que no se presta suficiente atención al problema de la malnutrición entre los obesos. La malnutrición se define como la nutrición defectuosa debida a la ingestión inadecuada o desequilibrada de nutrientes. Por lo tanto, se puede llegar a la malnutrición comiendo menos de lo necesario, pero también comiendo en exceso.

    “La malnutrición es un problema de salud poco reconocido y poco tratado en pacientes con un índice de masa corporal elevado, ya que el aumento de la circunferencia abdominal se confunde con demasiada frecuencia con la sobrealimentación en vez de identificarse correctamente con la malnutrición”, explica el Dr. Freeman. “Es importante desterrar la idea de que el peso está correlacionado con la calidad de la alimentación y que los pacientes obesos no corren riesgo de malnutrición”.

    Es por eso importante que “las personas se sometan a evaluaciones nutricionales y que se les ofrezca asesoramiento y recursos a fin de asegurar que están tomando los nutrientes adecuados para alimentar adecuadamente su cuerpo”, subraya el Dr. Freeman. “Si no se trata, la malnutrición conduce a graves problemas de salud como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardíacas”. 

  • Visión: el exceso de pantallas repercute en la salud de los ojos

    Este 8 de octubre se celebró el Día Mundial de la Visión. El lema de la campaña de este año fue “Visión Primero” para concientizar que más de mil millones de personas en el mundo no pueden ver bien porque no tienen acceso a anteojos.

    El Dr. Rogelio Ribes Escudero, médico oftalmólogo, especialista en córnea y superficie ocular., y Jefe del equipo de trasplante de córnea del Hospital Alemán, resaltó que casi un tercio de la población, es decir unos 2200 millones de personas, tienen algún tipo de deficiencia visual o ceguera, de las cuales al menos mil millones poseen una carencia visual que podría haberse evitado o que aún no ha sido tratada.

    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los problemas más frecuentes son miopía (2600 millones de personas), presbicia (1800 millones), degeneración macular (196 millones), retinopatía diabética (146 millones), glaucoma (76 millones) y tracoma (2,5 millones).

    Este año, el día mundial de la visión nos encuentra confinados y con los ojos pegados a una pantalla ya sea celular, televisor, computadora o tablet. Los efectos de estos equipos en los ojos se pueden dividir en tres: los que acontecen en las lágrimas y superficie ocular, los producidos por la luz emitida y los que repercuten en los lentes propios de los ojos.

    Cuando realizamos una actividad en donde se fija la vista de cerca, los parpadeos disminuyen a la mitad y decrece la difusión de la lágrima sobre la superficie ocular, razón por la cual se genera un ojo seco. Esta es una patología cada vez más frecuente y los tratamientos actuales se orientan a aumentar la calidad y cantidad de lágrimas. 

    Respecto de la luz azul, aún no queda claro si esta luz que emiten los dispositivos electrónicos es de suficiente intensidad para provocar daño retinal. Lo que sí se sabe es que puede disminuir la síntesis de melatonina, la hormona inductora del sueño. Por eso, se recomienda no utilizarlos, al menos, 2-3 horas antes de dormir.

    Por otro lado, el empleo de estos dispositivos genera un esfuerzo en el músculo ciliar, que es el encargado de realizar el enfoque de cerca. Al contraerse, aumenta las dioptrías de magnificación del cristalino, proceso conocido como acomodación. El problema es que se pasa tanto tiempo haciendo actividades de cerca que se genera un espasmo y contractura de este músculo, promoviendo visión borrosa transitoria y cefaleas en pacientes jóvenes. Es como ejercitar un mismo músculo en el gimnasio durante 8 a 10 horas por día, en algún momento se va a acalambrar. Por eso, la Academia Americana de Oftalmología sugiere que se adhiera a la regla “20-20-20”: cada 20 minutos, tomar un descanso de 20 segundos y ver algo a más de 6 metros.

  • Café, ¿amigo o enemigo para la salud?

    Existen una serie de mitos y verdades sobre esta bebida, cuyo consumo se popularizó originalmente en el mundo árabe alrededor del siglo XV.

    El café es una bebida que los argentinos consumimos a diario, ya sea solo, con leche o en diferentes preparaciones.

    El grano de café tiene su origen en Etiopía, pero con el pasar de los años se fue popularizando, hay plantaciones en diferentes regiones de América, especialmente, en Colombia, Perú y Brasil, entre otros. En Argentina es una bebida que se consume a diario, principalmente por la mañana. Pero, ahora bien, ¿es saludable?.

    Como se sabe, el exceso del consumo de cualquier tipo de alimento o bebida genera efectos poco beneficiosos. En cuanto a lo que el café se refiere, se podría afirmar que, si se consume molido y filtrado por uno mismo, y se trata de granos de excelente calidad, es mejor que los de origen instantáneo con agregados de conservantes y de azúcar.

    El café no se recomienda en pacientes que sufren de intestino irritable, acidez y de úlcera gastrointestinal, debido a que es bastante irritante de la mucosa gástrica, además, en altas dosis, puede generar insomnio, cefaleas, efecto laxante e hipertensión arterial, entre otras complicaciones. Por lo tanto, hay que tener cuidado en personas con antecedentes.

    Entre sus beneficios, sobresalen su efecto antioxidante y antinflamatorio por su concentración de flavonoides, obviamente, si va acompañado por un estilo de vida saludable.

    Por otra parte, no tendría un efecto vascular favorable, aunque sí sus flavonoides. Un estudio que compara el efecto arterial tras la ingesta de dos tazas de café versus dos tazas de café descafeinado, este último posee efecto vasodilatador a causa de estas sustancias y no por la cafeína. Según este mismo estudio, un café preparado al estilo griego o turco, filtrado y puro, tendría efectos beneficiosos a nivel vascular. En un trabajo reciente, doble ciego, sobre el uso de café a dosis moderadas, su efecto cardiovascular resultó levemente beneficioso.

    Por lo tanto, hay factores positivos y negativos en el café, depende mucho de la dosis, la calidad y la forma de preparación.

    En líneas generales, el café, especialmente el molido por uno mismo y de buena calidad, puede proteger frente a ciertas enfermedades crónicas siempre y cuando se mantenga una vida saludable, se realice actividad física, se respeten las horas de sueño, haya reducción del estrés, conectividad social y eliminación de tóxicos como el tabaquismo y alcoholismo. Se observó que disminuye la mortalidad a largo plazo, la incidencia de diabetes tipo 2, Parkinson, Alzheimer, cirrosis, cáncer de próstata y de hígado, y depresión en mujeres.

    Es importante la dosis recomendada de cafeína. Exagerar con esta última no es una buena idea, ya que sus efectos nocivos son taquicardia, hipertensión, acidez estomacal, efecto laxante y diurético, entre otros. La dosis diaria recomendada no debe superar las cuatro tazas o los 400 miligramos.

    Si se ingiere más de esta cantidad recomendada, pueden aparecer cuadros de migraña, insomnio, nerviosismo, irritabilidad, agitación, micción frecuente o incapacidad para controlar las micciones, malestar estomacal, taquicardia y temblor muscular.

  • Las bebidas azucaradas reducen la posibilidad de prevenir enfermedades cardiovasculares

    Una nueva investigación, realizada por la Universidad CEU San Pablo y publicada en la revista Molecular Nutrition and Food Research, revela cómo la fructosa influye en la producción de sulfuro de hidrógeno, que ejerce como agente protector contra patologías cardiovasculares.

    La ingesta de fructosa afecta la producción de sulfuro de hidrógeno, H2S, una molécula que ejerce en el organismo un papel protector contra el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

    “Resultó muy llamativo descubrir que el consumo de fructosa en el agua de bebida tan solo durante 21 días consigue disminuir claramente la síntesis en el hígado de sulfuro de hidrógeno. Y más teniendo en cuenta que el hígado es el principal productor de dicho gasotransmisor en el organismo”, apunta Carlos Bocos, líder del trabajo.

    “Sorprendentemente, dicha disminución de la capacidad del hígado en producir esta molécula beneficiosa era más evidente en los descendientes de madres que tomaron fructosa durante la gestación, mientras que la reducción era menos drástica en los hijos procedentes de madres que habían tomado glucosa o agua sin aditivos durante la gestación”, señala Bocos.

    El estudio, realizado en ratas embarazadas, demostró que según el tipo de carbohidrato ingerido durante la gestación, la respuesta de la descendencia al consumo de fructosa era distinta. Este aditivo se utiliza hoy para edulcorar multitud de alimentos procesados y de refrescos azucarados.

    El consumo excesivo de estos productos, y por tanto de fructosa, se ha relacionado con la aparición de enfermedades como la obesidad, la diabetes, e incluso enfermedades cardiovasculares o el síndrome metabólico. Además, se sabe que la alimentación de la madre durante la gestación repercute en la salud de la descendencia una vez adulta, a través de un proceso conocido como programación fetal.

    De hecho, como señala Bocos, en estudios anteriores ya se vio cómo “el consumo materno de fructosa incide negativamente en la descendencia y esta resulta más propensa al desarrollo de enfermedades metabólicas que los descendientes de madres que no consumieron fructosa u otro tipo de azúcar, como la glucosa”. A pesar de esto, el consumo elevado de alimentos ricos en fructosa no está desaconsejado en el embarazo.

    Implicaciones clínicas

    El H2S o sulfuro de hidrógeno es una molécula gaseosa, del grupo de los denominados gasotransmisores, con efectos muy diversos. Junto con el monóxido de carbono o el óxido nítrico que son también gasotrasmisores, ha mostrado claros efectos beneficiosos como agentes protectores contra enfermedades como la diabetes o la obesidad.

    Como explica Bocos, “puede mejorar la acción de la insulina en los tejidos y así combatir la diabetes; disminuir la acumulación hepática de grasa y el estrés oxidativo y así paliar el síndrome metabólico; relajar el endotelio vascular y reducir la inflamación o la agregación plaquetaria e impedir que se desarrolle el proceso aterogénico que desembocaría en una enfermedad cardiovascular; incluso, se ha descrito que tiene capacidad de reducir la presión arterial”.

    “El hecho de que el consumo de alimentos o refrescos ricos en fructosa reduzca la síntesis de H2S tiene unas claras e importantes implicaciones clínicas. Y más en la actualidad, ya que se ha comprobado que dichas enfermedades agravan la severidad de la covid-19”, detalla Bocos. Por ello, los investigadores recomiendan “disminuir en la dieta los alimentos que contengan fructosa, mediante un consumo preferente de comidas y bebidas de origen natural frente al de comidas procesadas, bollería industrial y refrescos azucarados”.

  • Nutrición en la vejez: consejos para mantenerse saludable

    Cuando nos hacemos mayores se producen modificaciones fisiológicas que afectan, en gran medida, a la nutrición en la vejez. Principalmente, en lo que se refiere a la salud oral, se genera una disminución del flujo de saliva, lo que origina sequedad en la boca y pérdida de piezas dentales, que disminuye la eficiencia en la masticación. Por otra parte, también son comunes los cambios en el aparato digestivo, como la disminución de la capacidad de absorción de nutrientes o la disfagia o dificultad para tragar los alimentos.

    La osteoporosis también es frecuente en esta etapa de la vida, sobre todo en las mujeres. La formación ósea requiere de la ingesta diaria de proteínas, calcio, fósforo, magnesio y flúor. Por ello es muy recomendable tomar lácteos como leche, yogur y algunos quesos.

    Otro problema de salud frecuente en la vejez es el estreñimiento. Este puede mejorar aumentando el consumo de agua, con el uso de aceite de oliva para aliñar los platos y con la ingesta de alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras o cereales integrales.

    Laura González, nutricionista española, recomienda para estos casos en particular mantener una alimentación variada y equilibrada para asegurar un óptimo aporte de nutrientes y adaptar la energía suministrada al menor gasto energético que conlleva el envejecimiento y la reducción de la actividad física.

    “Los cambios fisiológicos que hemos comentado originan, en numerosas ocasiones, una modificación de la dieta habitual. Por ejemplo, el abandono o la disminución de consumo de alimentos proteicos, principalmente las carnes, por la dificultad en la masticación, contribuye a la pérdida de masa muscular y aumenta el riesgo de anemia a causa del déficit de hierro y de vitamina B-12”, explica la nutricionista.

    En general, las personas mayores necesitan una dieta de alta densidad de nutrientes lo más variada y equilibrada posible para garantizar que cubra todas sus necesidades, ya que aunque las necesidades energéticas disminuyen, aumentan las de vitaminas y minerales.

    “Tenemos que tener especial cuidado con el consumo de vitaminas del complejo B -como la cianamida, el ácido fólico, la vitamina B12, la vitamina C, el calcio, el hierro y las proteínas-, a fin de evitar carencias, ya que son los nutrientes en los que suele haber más deficiencias a esas edades”, añade la especialista.

    Nutrición en la vejez: Consejos para seguir una dieta saludable

    Estos son los consejos de Laura González para seguir una dieta saludable en la vejez:

    1. A la hora de elegir hidratos de carbono es preferible escoger cereales que sean integrales y legumbres, ya que proporcionan más fibra, vitaminas del grupo B y minerales.
    2. Es importante optar por las preparaciones asadas y hervidas, sopas, guisos y purés, antes que las fritas.
    3. En cuanto a las carnes, es importante eliminar la grasa visible antes de prepararlas (quitar la piel del pollo y las partes grasosas de las carnes) y consumir pescado tres veces a la semana.
    4. Por último, cuidado con el consumo de sal. Lo ideal es que sea bajo o moderado a fin de ayudar a mantener una presión arterial normal.

    La hidratación, muy importante en esta etapa

    Con la edad, la sensación de sed disminuye y, por tanto, aumenta el riesgo de deshidratación. Por eso es muy importante beber agua a intervalos regulares, aun sin tener sed. Estos son los consejos de la nutricionista:

    1. Beber agua en las comidas.
    2. Disminuir el consumo de bebidas como café o té porque alteran el sueño y, por lo general, en esta etapa de la vida se tiende a reducir las horas de sueño continuo. Se pueden elegir otro tipo de infusiones o café descafeinado.
    3. Si se toman bebidas alcohólicas, disminuir su consumo a no más de una copa de vino tinto al día. Debemos recordar que el alcohol modifica el efecto de los medicamentos.
  • Cuidar el corazón: lo que sí debes y lo que no

    Con ocasión del Día mundial del Corazón, el 29 de septiembre, los cardiólogos recuerdan que las dolencias asociadas a su mal funcionamiento, las cardiovasculares, constituyen la primera causa de muerte en el mundo, por delante del cáncer y las enfermedades respiratorias.

    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los fallecimientos ascienden a 17,5 millones al año en el mundo. El  80 % de los infartos y accidentes cerebrovasculares prematuros son prevenibles. Pero las dolencias pueden no aparecer hasta que la enfermedad esté muy avanzada.

    La Fundación Española del Corazón indica que contamos con herramientas para cuidar el corazón y ganar la batalla, empezando por nosotros mismos.

    Gregorio Varela, catedrático de Nutrición de la Universidad CEU- San Pablo y presidente de la Fundación Española de Nutrición, ha explicado que se conocen un 70 % de las causas por las cuales se puede tener un problema cardiovascular. De este 70 por ciento de factores conocidos, ajenos a la genética, prácticamente un 60 % corresponden a alimentación y estilos de vida. De ellas, se conoce mejor la influencia de los factores dietéticos y estilos de vida y por lo tanto se puede intervenir.

    La alimentación saludable es uno de los pilares de la prevención cardiovascular porque a través de lo que comemos podemos mejorar nuestra salud cardiovascular. Pero al contrario, también podemos perjudicarla si elegimos productos poco saludables, con alto contenido en grasas saturadas, azúcar o sal. Por eso, es importante reducir el consumo de bebidas y zumos azucarados recordando que la opción más recomendable es el agua. Limitar el consumo de alimentos procesados y envasados, ya que suelen tener un alto contenido en sal, azúcar y grasa. E incluir en la alimentación pescados, legumbres y frutos secos, estos últimos en pequeñas cantidades.

    Gregorio Varela indica que hasta hace pocos años únicamente se hablaba de la cantidad total de grasas que se debían ingerir, y se decía que no debía superarse el 30 % del total de las calorías ingeridas. Pero cuando se pudo cuantificar y analizar el tipo de grasas en los alimentos, es cuando se empezó a hablar de los ácidos grasos saturados, los  polinsaturados y los monoinsaturados.

    “Los que normalmente han sido los malos de la película, entre comillas, son las grasas saturadas, y digo han sido porque ahora ya tampoco se puede simplificar y decir que todas las grasas saturadas son malas y desterrémoslas”.

    En su conjunto, advierte el nutricionista, las grasas saturadas serían las más perjudiciales desde el punto de vista de la salud cardiovascular y no deberían suponer más de un 8 o 10 % del total de las kilocalorías que ingerimos cada día. Estas grasas se encuentran en alimentos de origen animal, carnes rojas 0 carnes procesadas como los embutidos.

    Junto a la alimentación saludable, el ejercicio se destaca como el otro elemento de la ecuación para cuidar tu corazón, tener un mejor estado de salud general y cardiovascular en particular.

    Realizando al menos 30 minutos de actividad física moderada o intensa cinco veces a la semana, o bien al menos 75 minutos de actividad física vigorosa repartida a lo largo de la semana, estarás dándole vida a tu corazón. Lo importante es mantenerse en movimiento y activo.

    El riesgo a padecer una enfermedad coronaria también se reduce sustancialmente dejando de fumar. Además dejar de fumar mejora tu salud, tu calidad de vida y también la de aquellos que te rodean.

    Todos los cardiólogos coinciden en señalar al estrés como otro gran enemigo del corazón. Es un factor de riesgo indirecto porque aumenta la probabilidad de sufrir enfermedades como la obesidad, la diabetes, el tabaquismo o el sedentarismo.

    Y se ha observado que el estrés es un desencadenante de accidentes cardiovasculares en personas con un alto riesgo o que hayan sufrido algún evento antes.

    Para controlar el estrés es importante aprender a identificarlo, además de seguir las adecuadas estrategias psicológicas que puede proporcionar un profesional. Y ayuda realizar actividad física de manera frecuente y seguir unos buenos hábitos de higiene del sueño.

    Las enfermedades cardiacas tienen diversas formas de manifestarse, y los síntomas van a depender de qué estructura del corazón esté implicada: los vasos sanguíneos, las válvulas, el músculo o el sistema eléctrico.

    El dolor torácico 

    Es la manifestación principal en caso de infarto de miocardio o angina de pecho, y se caracteriza por un dolor similar a un peso o presión en la zona del esternón, que no se modifica con los movimientos o la respiración.

    Suele aparecer de forma súbita y no desaparece si se está produciendo un infarto, mientras que suele desencadenarse con el esfuerzo y cede con el reposo en 10-15 minutos en caso de la angina.

    Es habitual que el dolor se extienda hacia el brazo izquierdo, pero también hacia el cuello, la mandíbula y la espalda..

    En caso de infarto es frecuente que el dolor se asocie a un intenso malestar, sudor frío y náuseas o vómitos.

    Disnea o sensación de ahogo o fatiga

    Aparece inicialmente con el esfuerzo, pero a medida que la enfermedad progresa surge con pequeñas actividades.

    Este síntoma puede estar presente en una gran cantidad de enfermedades cardiacas y por lo general traduce un estado avanzado de la enfermedad.

    Palpitaciones

    Consisten en la percepción anómala de los latidos cardíacos, que pueden estar acelerados, enlentecidos o incluso ausentes.

    Dependiendo del tipo de arritmia y de la función cardiaca de la persona, pueden notarse solo las palpitaciones o pueden ir acompañadas de otros síntomas.

    Pérdida de conocimiento o mareos

    Acontece de forma brusca y sin notar síntomas previos.

    Puede reflejar situaciones graves, como un infarto de miocardio, una arritmia “maligna” o un enlentecimiento excesivo del ritmo del corazón.

  • El consumo de alcohol se disparó un 45% durante la pandemia

    El abuso de alcohol es una de las principales causas de mortalidad y contribuye anualmente a aproximadamente 3 millones de muertes en todo el mundo. En algunas personas, el abuso de alcohol excesivo a largo plazo puede convertirse en un trastorno. Los especialistas comenzaron a alertar sobre los posibles efectos en la salud pública que el confinamiento puede implicar el creciente y continuado en el tiempo abuso de consumo de bebidas alcohólicas.

    El estrés es un factor de riesgo importante para la aparición y el mantenimiento del abuso de alcohol. Por ejemplo, el consumo crónico de alcohol da como resultado neuroadaptaciones en las vías del estrés y la recompensa, que conducen a ejes hipotalámicos hipofisarios adrenocorticales y adrenomedulares simpáticos disfuncionales, caracterizados por desregulación de la respuesta del cortisol y déficits en la regulación emocional”, así lo cita en un estudio publicado en el medio especializado The Lancet realizado por un grupo de especialistas de a Facultad de Psicología de la Universidad de Portsmouth, Reino Unido.

    A su vez, estas neuroadaptaciones conducen a un aumento de los antojos de alcohol en respuesta al estrés. Los efectos del aislamiento social a largo plazo sobre los niveles de estrés, incluido el aumento de las respuestas neuroendocrinas y la reactividad al estrés, se han descrito en animales no humanos. Sin embargo, los bloqueos en curso en muchos países son únicos y se sabe poco de los efectos del aislamiento crónico en la población general (con respecto a la salud y el bienestar) en estas circunstancias.

    Según una encuesta realizada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el 45% de las personas bebió más alcohol durante este tiempo que antes del aislamiento. Un 44,85% de los encuestados dijo que aumentó su consumo de alcohol, un 33,89% que bebe lo mismo que antes y un 21,26%, que ahora toma menos”, refiere el informe, que además revela que quienes “tomaron vino todos los días pasaron del 5% antes de la cuarentena, al 15%, y la cifra fue aún mayor entre la franja etaria entre 35 a 44 años.

    “Entre los factores que los llevó a recurrir al vino, la cerveza u otras bebidas alcohólicas con mayor frecuencia, un 42% lo relacionó con tener más tiempo libre; un 33% con factores emocionales; un 29% con la falta de rutina o desorganización del tiempo y un 20% directamente, con el aburrimiento”, señala la investigación.

    Un factor de riesgo para la aparición y el mantenimiento del abuso de alcohol y el trastorno por consumo de alcohol es el rasgo de impulsividad (es decir, la tendencia a tomar riesgos o actuar sin una adecuada previsión o reflexión). La impulsividad puede moderar el consumo de alcohol inducido por el estrés y también se asocia con la recaída en los adictos. Por lo tanto, este período de aislamiento podría conducir a un aumento en el uso indebido de alcohol, recaídas y, potencialmente, el desarrollo de un trastorno por uso de alcohol en personas en riesgo, lo que ejerce una mayor presión sobre los servicios de adicción y drogas y alcohol, y el servicio de salud en general , durante y después de la pandemia.

    “La mayoría de los gobiernos, han respondido a la pandemia de COVID-19 aconsejando al público que permanezca en el interior, evite el contacto social innecesario, se proteja a sí mismo y a los sistemas de atención médica y salve vidas. Es por esto que los especialistas sugieren que además de este importante consejo de salud pública, los gobiernos deberían dar advertencias de salud pública sobre el consumo excesivo de alcohol durante el aislamiento para proteger a las personas vulnerables”, indica James Clay, especialista que lidera el equipo que realizó el documento.

  • Científicos han descubierto un mecanismo por el que las células inmunitarias regulan la obesidad

    La obesidad es uno de los principales problemas de salud en el mundo. Solo en España se estima que en el 2030 habrá 27 millones de adultos, el 80 % de los hombres y el 55 % de las mujeres, con sobrepeso.

    José Antonio Enríquez, científico del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares resalta como la obesidad se ha convertido en una enfermedad en el momento en que ingerir alimentos dejó de ser una cuestión de supervivencia y se convirtió en una costumbre. Los humanos realizan hasta tres comidas diarias. “La población general hoy gana peso básicamente porque rompe con aquello para lo que está programada, que no es otra cosa que comer en mayor cantidad de lo que puede quemar”, apunta el investigador que acaba de publicar en la revista Nature Metabolism un importante artículo que describe el mecanismo que utilizan unas células llamadas macrófagos para regular la obesidad. 

    “Estamos empezando a entender cómo el organismo sabe que existe exceso. Lo que hemos visto es que los macrófagos participan en el almacenamiento. Son células del sistema inmunitario que están por todo el cuerpo y que tienen una capacidad asombrosa de engullir todo aquello que ven. Su existencia es vital porque, por ejemplo, pueden comerse las bacterias de una infección”, apunta. 

    Los macrófagos son células que patrullan el organismo realizando una labor de limpieza y también suministran información a otras células. “Si se encuentran con un entorno donde hay una herida o una quemadura liberan señales que atraen a otras células del sistema inmunitario para proteger esa zona o producir anticuerpos”, subraya Enríquez.

    Sin embargo, cuando un macrófago se encuentra en una situación de estrés, modifica su estado natural, que los científicos llaman antiinflamatorio, y pasa a una fase proinflamatoria. “Este cambio de estado sucede también cuando hay exceso de alimentación o sobrecarga de grasa en la sangre. Y lo que hacen es avisar al resto de células de que existe una abundancia y que por lo tanto conviene almacenar. Transmiten el mensaje al tejido adiposo y al hígado para que el metabolismo aproveche el exceso de comida. En este sentido lo hacen por nuestro propio bien, pero si comemos de manera crónica se produce una situación de estrés continuo y pasa a un estado proinflamatorio. La grasa acaba aumentando demasiado y se producen, además, daños al resto de los tejidos, apareciendo otras enfermedades”, explica. 

    La investigación realizada junto a  la Universidad de California, ha descubierto cómo una proteína, llamada Fgr, interviene en ese cambio de fase. “Cuando nosotros quitamos esta proteína, los macrófagos se quedan en fase antiinflamatoria y en lugar de almacenar la grasa, el hígado lo que hace es eliminarla a través de la orina”, sostiene el científico.

    Los autores del artículo creen que si son capaces de regular estas proteínas que aparecen durante el cambio de estado podría evitarse que el organismo acumule grasa. “Sería posible ayudar a la gente que tiene más dificultades para perder peso porque el cuerpo en lugar de seguir almacenando la grasa la eliminaría por medio de la orina. Además, si pudiésemos disminuir la función de esta proteína durante un tratamiento, también se puede prevenir no solo la obesidad sino las enfermedades asociadas como las cardíacas, accidentes cerebrovasculares o el cáncer”, concluye Enríquez.

  • La dieta mediterránea retrasa el envejecimiento de las células

    Un estudio, liderado por expertos del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición ha puesto de manifiesto que la dieta mediterránea retrasa el envejecimiento de las células. 

    El estudio particularmente demostró que la velocidad de acortamiento de unas secuencias de ADN denominadas telómeros está relacionada con la esperanza de vida. Cuanto más rápido se acortan, más se enferman las personas y menos tiempo viven, por lo que una forma de prevenir las enfermedades es previniendo el acortamiento de los telómeros.

    Los telómeros son el reloj biológico de la vida celular, ya que su longitud disminuye a medida que envejecemos de forma natural. El material genético se organiza en cromosomas dentro del núcleo de nuestras células. Los telómeros son las estructuras situadas en los extremos de los cromosomas y protegen nuestro material genético. Cuánto más cortos son, más enfermedades se producen y aumenta el riesgo de mortalidad.

    El trabajo, incluye 8 estudios observacionales, y comprende 13.733 participantes de 5 países diferentes seleccionados a partir de una búsqueda bibliográfica para identificar la asociación entre adherencia a un patrón de dieta mediterránea y acortamiento de los telómeros.

    Tras una gran revisión de estudios previos y junto a la colaboración de investigadores de diferentes países, se pudo llegar a la conclusión que las personas que se adhieren a una dieta mediterránea tienen los telómeros más largos en comparación a las que se adhieren menos. Es más, los resultados –publicados en Advances in Nutrition– demuestran que la velocidad de acortamiento de los telómeros se puede reducir siguiendo este patrón dietético.

    En términos de alimentación, la dieta mediterránea se basa en los ingredientes propios de la agricultura local de los países con clima mediterráneo, fundamentalmente España e Italia. Se resume en reducir el consumo de carnes e hidratos de carbono en beneficio de más alimentos vegetales y grasas monoinsaturadas.

    Entre los ingredientes recomendados están las verduras y legumbres, la fruta, el pescado, las carnes blancas, la pasta, el arroz y los frutos secos, además del consumo de vino con moderación. Otro de los productos más recomendados es el aceite de oliva, que gracias al ácido oleico y a sus grasas de origen vegetal disminuye el riesgo de padecer obstrucciones en las arterias, y tiene un alto contenido en carotenos y vitamina E. En este patrón alimentario escasean productos como las carnes rojas, los dulces y los huevos.

    La dieta mediterránea se ha relacionado sistemáticamente con una serie de beneficios para la salud, incluyendo la disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer. De hecho, es considerada una de las dietas de las que más evidencia existe para la prevención de enfermedades cardiovasculares al favorecer un envejecimiento saludable, en parte debido a sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes.